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20.12.04

el miercoles pasado

Oh, no creerás lo que me sucedió la semana pasada! Para ser más preciso, el miércoles pasado. Como bien sabes, todos los miércoles la visitó desde hace unos meses. Voy a su casa, cenamos, vemos alguna película, luego, dejándonos llevar por pasiones oscuras, movemos nuestros torpes cuerpos de manera tan ágil, tan armónica.... debo reconocer que una vez me concentré y logré salir de mi cuerpo para ver aquel acto, oh me excité tanto, cuando quise volver ya había terminado.
Entonces, como cualquier otro miércoles llegue a su casa dispuesto a repetir la repugnante rutina. Sí, no dudo que me entenderás en este aspecto.... la falta de sorpresa, lo premeditado del hecho, el mismo beso al abrirse la misma puerta, los mismos gestos, las mismas personas.. todo aquello repugnaba y eso me encantaba.
El asunto es que unas semanas atrás ya me había dispuesto a repetirlo todo infinitamente hasta que ella se cansara. Había memorizado perfectamente cada gesto, cada movimiento, cada palabra que le pronunciaría. Iba a repetirle todo tal cual hasta hastiarla, hasta producirle nauseas. Claro que iba a variar ciertos elementos, como las películas, los horarios de visita al baño y al principio también había planeado variar la ropa interior aunque esto, para ese momento, ya había decidido mantenerlo constante. No se que pensaras pero me pareció un elemento central del encuentro.
Para el miércoles pasado todo iba perfectamente, ya estimaba que la vería vomitando en menos de un mes. No me cansaba de imaginar aquel momento, ella vomitando, yo sosteniendo su cabeza, los dos estrechando nuestras manos, diciéndonos adiós.

‘Hola’ me abrió la puerta sonriendo. La bese sin decirle nada, como sorprendiéndola. Aquello debía matarla! no hay nada más repugnante que los actos, supuestamente sorpresivos, repitiéndose.
‘Tonto’ me dijo alargando la o. Aahhh.. eso si que me mataba. Por dios, debía serenarme. Después de las típicas preguntas sobre nuestros estados de ánimo y nuestras ocupaciones diarias, nos sentamos a comer. Elogie la comida y aunque recordaba que al menos hacía tres miércoles veníamos comiendo lo mismo, le reclamé que cocinara pastas mas seguido. Ella contestó sonriendo que le gustaban mucho las pastas. Dios.. como odiaba esas sonrisitas idiotas.
Luego vimos la película, recostados en su sillón, con mi mano izquierda recorrí circularmente sus cabellos, desde el principio hasta el final, en el sentido de las agujas del reloj. Al terminar, me levante, apague el televisor y cuando volví al sillón ella se encontraba dormida como de costumbre.
Me senté a su lado y comencé a acariciarle los pies, como siempre, lo hice suavemente, muy suavemente, subiendo y recorriendo parte de sus piernas por debajo del pantalón que siempre usaba para dormir. Con mi otra mano apenas tocaba sus pechos por arriba de su remera, lo hice espaciadamente, apenas sintiendo sus formas, como siguiendo movimientos azarosos pero perfectamente planeados. Cuidadosamente, para no despertarla, le quité los pantalones y deje de tocarla. Luego de unos segundos, como sorpresivamente, apoye mis labios sobre su ombligo y recorrí hacia arriba y después hacia abajo, rozándolos suavemente con su cuerpo. Cuando llegue debajo de su ombligo todavía un retazo de tela, de pequeño espesor, nos separaba. Me quedé allí unos segundos, apenas respirando y comencé a sentir como su cuerpo se agitaba. Su respiración se aceleraba, mis labios se humedecían. Momentos después, mis labios se encontraban sobre los de ella, su mano entre mis cabellos y su cuerpo gimiendo. Al levantar mi cabeza contemple aquello que todavía amaba. Sus gestos, su cuerpo temblando, sus gemidos, sus dedos tironeando mis cabellos. Todo era tan perfectamente natural dentro de un ambiente totalmente artificial.. aquel segundo podía justificar minutos, horas y días de repugnancia y odio.

Finalmente la vi durmiendo y luego me vi recorriendo el departamento sin razón alguna. Abrí cajones y puertas de todo tipo hasta que llegue al tercer cajón de su mesita de luz, lo abrí, estaba sin llave. Oh no te imaginas lo que había ahí dentro! Una carpeta negra, de esas que son altas y pueden contener varias hojas. Sí, tenía mi nombre impreso en la tapa, y adentro encontré fotografías de ella y sus gestos, totalmente pensados y cuidadosamente ensayados. Oh, todavía no puedo creer que aquella mirada era premeditada. También me encontré con hojas y hojas de frases, cada una tenía asignado un momento y un lugar.
Cuando me desperté estaba vomitando, ella me sostenía la cabeza. Luego me dio la mano y me dijo adiós.

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