el día de las postales

El día de las postales es un día al mes, a veces un día cada 15 y otras veces es un día cada otros varios días. No importa. Ocurre y ya. Me despierto, voy frente al espejo y digo: “postales”. Ese día es el de las postales. Postales tiene que ser la primera palabra, si es otra, es otro día.
No se trata simplemente de un par de nombres y acá estamos. No, en el día de las postales, una postal, es el ojillo de una cerradura invitando, una mirada fugaz hacia algún rincón y encontrarnos. Es mirarnos algo así como un segundo a los ojos y mirarnos.

El día de las postales es un día entero, tan entero como ningún otro. Sucesión de imágenes, de minutos, un momento tras otro. Locura, es un viaje hacía adentro, vos y yo de la mano adentrándonos en el bosque. Es el corazón latiendo, es aquel día que nos conocimos, es nuestra primer mirada, tus ojos, los míos. ¿Te acordas?
Locura, Postales, no se. Diría día de las postales, mi locura hirviendo, yo, desnudo, en el medio del bosque y vos yendo. Yo, desnudo, cubierto de postales, en mi día, en el que la locura me desborda, por que todos tenemos ese día, la locura te desborda y lo sabes, tenes miedo ¿te vas a caer o no te vas a caer? Te preguntas y seguís, cerras los ojos para poder seguir.

El día de las postales es levantarse un día, mirarse al espejo y decir postales. Levantarse un día conectado, llegar hasta el espejo y pronunciar postales. Es levantarse un día sin desconectarse, alcanzar el espejo y escuchar postales. El día de las postales es creer levantarse un día, creerle al espejo, creer en las postales. Ese el día de las postales.