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24.7.09

lisboa en vespa

I

Depara un destino la apacible Lisboa. un martes a eso de las 6 de la tarde, atardece en Lisboa, ciudad de subidas y bajadas, calles empedradas soleadas y solitarias, una risa a lo lejos. la brisa leve junto al sol me decían de la primavera. decían de esos días a fines de septiembre en buenos aires, de esos días en que se ve al mirar el cielo, de esos días que se siente en el aire: el invierno se desvanece dando lugar a la primavera, el mundo comienza de nuevo. Así se sentía ese martes en Lisboa a las 6 de la tarde.

Llegué a Lisboa a mediados de febrero y aun faltaba para la primavera. Recorrí Lisboa en vespa y no pude hacerlo sin dejar de pensar en Buenos Aires. No se parecen en nada Lisboa y Buenos Aires. Bueno, quizás pueda decirse de Lisboa en una esquina de San Telmo, desde algún balcón de hierro, frente alguna gran puerta... Y sin embargo las calles se suceden, los umbrales, sus formas, las personas, sus colores, recorrí Lisboa sin poder librarme de Buenos Aires.

“Creo que nunca podré librarme de Buenos Aires”, le dije a J. “Buenos Aires es el nombre detrás de mi nombre. Sus esquinas, sus barrios, su lenguaje, su nostalgia.. Buenos Aires hará de mí por más que pase cien años a miles de kilómetros de distancia”. J encendió un cigarrillo, inhaló, exhaló, mientras miraba hacia adelante con la mirada perdida, como quien mira y no mira nada. Giró la cabeza hacia mí, me miró con ojos suaves y me preguntó acerca de Lisboa: “Cómo es que se ve Lisboa a través de Buenos Aires?” le dije que el tiempo pasa más lento en Lisboa: “el tiempo es otro en Lisboa y de eso no tengo dudas. Las personas en la calle no son las mismas... En Lisboa las personas no caminan apurados pretendiendo estar ocupados; estar ocupado o pretender estarlo es lo mismo, quizás la diferencia es que para este último se requiere un nivel de conciencia más elevado. En buenos aires las personas viven apuradas por llegar o bien apuradas por irse. En las calles de Lisboa descubrí la ansiedad que las personas llevan en Buenos Aires“.

“En la terraza de barrio alto a las 9”, le dije a J y me subí a la vespa, él levantó el brazo izquierdo, luego lo bajó sin decir nada. Así me fui.

3 comentarios:

empapado de poesía sigue el camino de kerouac... dijo...

una vez recorrí buenos aires en vespa. aferrándome... no hay como la cadencia... ansiosa a la ida y tranquila a la vuelta de buenos aires una noche de verano; no hay como la brisa en una vespa. la frescura del entusiasmo de buenos aires, estallando lentamente.
imagino lisboa en vespa como quien va a la deriva, flotando, en un bostezo. que lindo!

E dijo...

Ufff... cuanta belleza.
A ver, ya lo conocia, es genial. Lisboa... Buenos Aires...
Para cuando la Vespa deiv? amo esa moto...
Que lindo texto, espero la saga... y con mucho placer, corregir las proximas escenas nuevamente, en Podesta.

Abrazo grande, de un escritor en pausa, y un amante de las vespas.

Una chica asi dijo...

Hermoso esto que escribiste Deiv.
La primera parte me hace acordar a la película Caro Diario...genial.

besos
:)

 

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